INFANCIAS
Las breves palabras de hoy me las inspira una escritora y cantante única: su nombre es MARÍA ELENA WALSH. Nace en Argentina en 1930 y muere en 2011, aunque su presencia permanece y permanecerá en las bellas historias de sus poesías para niños, y también para adultos, que transformó en canciones que ella misma interpretó con su voz tan particular.
En fin, que mis breves
palabras de hoy son para reflexionar sobre la infancia, sobre todas las
infancias. Las que fueron, las que son y las que serán. Las de nuestros padres,
nuestros abuelos o nuestros hijos, las de todos los niños de nuestro maltratado
planeta que no saben, felizmente, nada de razas, nacionalismos, ideologías,
dogmas, morales al uso o ambiciones materiales. Pero que sí sufren miserias,
guerras, violencias e injusticias de
todo tipo.
Y cuando digo “violencias
e injusticias de todo tipo” no me refiero sólo a vejaciones o maltratos físicos,
sino también a todas las acciones que impiden que un niño o una niña disfruten
del juego de la imaginación que les permitirá construir sus emociones, crear y
creer en otros mundos a partir de una piedra, un bote vacío o cualquier resto
de cualquier objeto que pueda cobrar infinitos sentidos entre sus manos.
El juego de la imaginación
es una experiencia fundamental, que se debe respetar y estimular con celo en
cada niño. Y que jamás debe faltar en la edad adulta. Es necesario jugar toda
la vida. Pero no me refiero al juego de
competir para ganar, sino al juego de aprender a vivir jugando sin renunciar a
la imaginación ni a la creatividad. No quiero niños que mueran de hambre o de
violencia, pero tampoco los quiero paralizados frente a una pantalla
desperdiciando su fundamental tiempo de vivir.
He observado que todos los
niños del mundo, los que sobreviven apenas en situaciones límites y los que no
carecen de casi nada, nos miran con infinita curiosidad y nos sonríen aunque la
realidad no lo justifique. Si respetamos
y amamos sus infancias y las nuestras, debemos defender esas miradas y esas
sonrisas para que perduren en cada uno de nosotros y nunca dejemos de jugar e
imaginar como ellos.
Cinco poesías/canciones de MARÍA ELENA WALSH:
CANCIÓN DEL JARDINERO
Mírenme, soy feliz
entre las hojas que bailan
cuando atraviesa el jardín
el viento en monopatín.
Cuando voy a dormir
cierro los ojos y sueño
con el olor de un país
florecido para mí.
Yo no soy un bailarín
porque me gusta quedarme
quieto en la tierra y sentir
que mis pies tienen raíz.
Una vez estudié
en un librito de yuyo
cosas que sólo yo sé
y que nunca olvidaré.
Aprendí que una nuez
es arrugada y viejita,
pero que puede ofrecer
mucha, mucha, mucha miel.
Del jardín soy duende fiel,
cuando una flor está triste
la pinto con un pincel
y le toco el cascabel.
Soy guardián y doctor
de una pandilla de flores
que juegan al dominó
y después les da la tos.
Por aquí anda Dios
con regadera de lluvia
o disfrazado de sol
asomando a su balcón.
Yo no soy un gran señor,
pero en mi cielo de tierra
cuido el tesoro mejor:
mucho, mucho, mucho amor.
EN UNA CAJITA DE FÓSFOROS
EL BUEN MODO
Tengo tanto que agradecer
al que me dio de beber
cuando de sed me moría.
Agua en jarro, gusto a pozo,
pero río caudaloso
me parecía.
Estos ojos no olvidarán
al que una vez me dio pan
cuando el hambre me afligía.
Miga dura, pan casero,
que trigal del mundo entero
me parecía.
Seas siempre bendito
por tu buen modo,
porque al darme poquito
me diste todo.
Antes que la muerte
me robe la ocasión
para corresponderte
aquí te mando mi corazón.
Hoy me acuerdo de aquel que ayer
se supo compadecer
cuando lágrimas vertía.
Era parco su consuelo,
pero Dios con un pañuelo
me parecía.
Nunca pude olvidarme yo
del que una vez me albergó
cuando techo no tenía.
Rancho pobre, catre chico,
pero caserón de rico
me parecía.
MARÍA ELENA WALSH canta “El buen modo”, con letra y música de su autoría.
Cinco poesías/canciones de MARÍA ELENA WALSH:
CANCIÓN DEL JARDINERO
Mírenme, soy feliz
entre las hojas que bailan
cuando atraviesa el jardín
el viento en monopatín.
Cuando voy a dormir
cierro los ojos y sueño
con el olor de un país
florecido para mí.
Yo no soy un bailarín
porque me gusta quedarme
quieto en la tierra y sentir
que mis pies tienen raíz.
Una vez estudié
en un librito de yuyo
cosas que sólo yo sé
y que nunca olvidaré.
Aprendí que una nuez
es arrugada y viejita,
pero que puede ofrecer
mucha, mucha, mucha miel.
Del jardín soy duende fiel,
cuando una flor está triste
la pinto con un pincel
y le toco el cascabel.
Soy guardián y doctor
de una pandilla de flores
que juegan al dominó
y después les da la tos.
Por aquí anda Dios
con regadera de lluvia
o disfrazado de sol
asomando a su balcón.
Yo no soy un gran señor,
pero en mi cielo de tierra
cuido el tesoro mejor:
mucho, mucho, mucho amor.
EN UNA CAJITA DE FÓSFOROS
En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Un rayo de sol, por ejemplo,
(Pero hay que encerrarlo muy rápido,
si no, se lo come la sombra).
si no, se lo come la sombra).
Un poco de copo de nieve,
quizá una moneda de luna,
botones del traje del viento,
y mucho, muchísimo más.
Les voy a contar un secreto.
En una cajita de fósforos
yo tengo guardada una lágrima,
y nadie, por suerte, la ve.
Es claro que ya no me sirve.
Es cierto que está muy gastada.
Lo sé, pero qué voy a hacer,
tirarla me da mucha lástima.
Tal vez las personas mayores
no entiendan jamás de tesoros.
"Basuras", dirán, "Cachivaches"
"No sé por qué juntan todo esto".
No importa, que ustedes y yo
igual seguiremos guardando
palitos, pelusas, botones,
tachuelas, virutas de lápiz,
carozos, tapitas, papeles,
piolín, carreteles, trapitos,
hilachas, cascotes y bichos.
En una cajita de fósforos
En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Las cosas no tienen mamá.
Las cosas no tienen mamá.
“En una cajita de fósforos” – Rubén Pecorari – técnica mixta
EL BUEN MODO
Tengo tanto que agradecer
al que me dio de beber
cuando de sed me moría.
Agua en jarro, gusto a pozo,
pero río caudaloso
me parecía.
Estos ojos no olvidarán
al que una vez me dio pan
cuando el hambre me afligía.
Miga dura, pan casero,
que trigal del mundo entero
me parecía.
Seas siempre bendito
por tu buen modo,
porque al darme poquito
me diste todo.
Antes que la muerte
me robe la ocasión
para corresponderte
aquí te mando mi corazón.
Hoy me acuerdo de aquel que ayer
se supo compadecer
cuando lágrimas vertía.
Era parco su consuelo,
pero Dios con un pañuelo
me parecía.
Nunca pude olvidarme yo
del que una vez me albergó
cuando techo no tenía.
Rancho pobre, catre chico,
pero caserón de rico
me parecía.
Seas
siempre bendito
por tu buen modo,
porque al darme poquito
me diste todo.
Antes que la muerte
me robe la ocasión
para corresponderte
aquí te mando mi corazón.
por tu buen modo,
porque al darme poquito
me diste todo.
Antes que la muerte
me robe la ocasión
para corresponderte
aquí te mando mi corazón.
MARÍA ELENA WALSH canta “El buen modo”, con letra y música de su autoría.
LAS ESTATUAS
Cuando llueve me dan no sé qué
las estatuas.
Nunca pueden salir en pareja
con paraguas,
y se quedan como en penitencia,
solitarias.
Señalando la fatalidad
en las plazas,
miran serias pasar cochecitos
y mucamas.
No se ríen porque no tuvieron
nunca infancia.
Marionetas
grandes, quietas,
con ellas no juega nadie.
Pero si una sombra mala
para siempre las borrase,
qué dolor caería
sobre Buenos Aires.
Cuando llueve y me voy a dormir
las estatuas
velan pálidas hasta que llegue
la mañana,
y del sueño de los pajaritos
son guardianas.
Su memoria procuran decir
sin palabras
y nos piden la poca limosna
de mirarlas
cuando quieren contarnos un cuento
de la Patria.
BARCO QUIETO
No te vayas, te lo pido,
de esta casa nuestra donde hemos vivido.
Qué nostalgia te puedes llevar
si de la ventana no vemos el mar.
Y afuera llora la ciudad
tanta soledad.
Todo cansa, todo pasa,
y uno se arrepiente de estar en su casa,
y de pronto se asoma a un rincón
a mirar con lástima su corazón.
Y afuera llora la ciudad
tanta soledad.
No te vayas,
quédate.
que ya estamos de vuelta de todo
y esta casa es nuestro modo
de ser.
Tantas charlas, tanta vida,
tanto anochecer con olor a comida
son una eternidad familiar
que en un solo día no puede cambiar.
Y afuera llora la ciudad
tanta soledad.
Estos muros, estas puertas,
no son de mentiras, son el alma nuestra,
barco quieto, morada interior
que viviendo hicimos, igual que el amor.
Y afuera llora la ciudad
tanta soledad.
de esta casa nuestra donde hemos vivido.
Qué nostalgia te puedes llevar
si de la ventana no vemos el mar.
Y afuera llora la ciudad
tanta soledad.
Todo cansa, todo pasa,
y uno se arrepiente de estar en su casa,
y de pronto se asoma a un rincón
a mirar con lástima su corazón.
Y afuera llora la ciudad
tanta soledad.
No te vayas,
quédate.
que ya estamos de vuelta de todo
y esta casa es nuestro modo
de ser.
Tantas charlas, tanta vida,
tanto anochecer con olor a comida
son una eternidad familiar
que en un solo día no puede cambiar.
Y afuera llora la ciudad
tanta soledad.
Estos muros, estas puertas,
no son de mentiras, son el alma nuestra,
barco quieto, morada interior
que viviendo hicimos, igual que el amor.
Y afuera llora la ciudad
tanta soledad.
MARÍA ELENA
WALSH canta “Barco quieto”, con letra y música de su autoría.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario