EL AMOR
Mis breves palabras las ha motivado mi compañera Nuria, cuando en el programa anterior me recordó que hoy sería el día de los enamorados. Entonces decidí escribir lo siguiente:
Que haya un día dedicado
al amor me parece muy bien, pero no me preocupa en absoluto pues no comprendo
que se pueda amar en función del calendario. Sobre todo, considerando lo complejo y fundamental que es
el amor como sentimiento. Complejo, porque hay casi infinitas maneras de amar,
incluyendo a las que poco tienen que ver con el amor. Fundamental, porque
considero al amor como un sentimiento primordial que por sí mismo justifica
nuestra existencia y le da sentido total a la vida.
Y no me refiero a grandes
amores ni a amores pequeñitos, a amores
breves o eternos, apasionados o sensatos, divertidos o tristes, heterosexuales u homosexuales; ni a amores
entre jóvenes o entre maduros, ni entre
jóvenes y maduros ni a la inversa; tampoco a amores legales o ilegales, idealizados,
rutinarios, desesperados, confusos, interesados, frustrantes, inventados.
Porque el amor es demasiado importante para ser clasificado. Y además es un
sentimiento autónomo, pues el amor no entiende de razones, de lógicas, de
reglas, de sexos ni de calendarios (como señalé hace un momento).
De modo, que no se ama a
otro u otra por sus especiales cualidades ni por sus carencias, se ama
fundamentalmente porque sí y, probablemente, a causa de una intrincada
mezcolanza de aprendizajes, experiencias, carencias, miedos, fantasías e
ideales que deciden la elección del ser o los seres amados. Y es esa mezcolanza
la que suele arruinar las mejores intenciones.
En el extenso catálogo de
los amores posibles hay amores sexuados y asexuados, y no faltan los asexuados
que se vuelven imprevistamente sexuados y los sexuados que se vuelven
previstamente aburridos. Pero lo fundamental continúa siendo el amor sin más y
nuestra imperiosa necesidad de manifestarlo y que nos lo manifiesten.
Lo que yo considero
absolutamente ligado al amor es la amistad. Un amor construido alrededor de la
amistad o una amistad construida alrededor del amor son, indistintamente,
garantía de sentimientos perdurables, ya que el amor y la amistad se impregnan
mutuamente de sus cualidades, se refuerzan apoyándose, y aunque la relación
disminuya en intensidad o pase por períodos conflictivos, raramente se
extinguirá. Aunque en esto de los amores todo puede ser posible o imposible.
Hay muy pocas reglas y sí muchas
excepciones.
Volviendo al sexo, éste
puede conducir al amor y el amor puede conducir al sexo, pero el sexo por sí
mismo no es amor, es sexo y cada uno valorará sus beneficios y cualidades.
Y a veces sucede que una
larga y ortodoxa amistad se transforma en una pasión no anunciada, en un vendaval
que lo arrasa y lo confunde todo, y las certezas y las convenciones se
pulverizan, y el desconcierto y el sufrimiento son inevitables. Tal vez, los
restos de la catástrofe se disipen en el tiempo, ese maravilloso salvador, y
resuciten la amistad y el amor dispuestos a vivir una nueva oportunidad.
En el amor todo es posible
e imposible. Y hasta el desamor puede engañarnos.
“En el amor se da la
paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo
dos”, escribió la sabiduría de ERICH FROMM hace ya muchos años. “El amor es un
estar continuado, no un súbito arranque”, agrega, para concluir diciendo que
“Amar es fundamentalmente dar, no recibir”. Y yo creí siempre en sus palabras y
traté de experimentarlas y fracasé en numerosos intentos hasta que llegó mi
tiempo de comenzar a dar sin esperar recibir. Y en ello estoy, voy aprendiendo
poco a poco, pero no tengo la menor duda de que amar es fundamentalmente dar, y
que en el placer de dar esta la respuesta.
“Amo porque me aman”, dice
el amor inmaduro. “Me aman porque amo”,
dice el amor maduro.
“Te amo porque te necesito”,
dice el amor inmaduro. “Te necesito porque te amo”, dice el amor maduro.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDw5cGN5fFxacUJXBIqaqfgLS9jIo0KOtXmil4JY6ur5K1DgyeacOqNDg9HDtwyYpHyeUHklzOdg0JqtPkrPEA4IRw9hrxXFW5slU8mN_uS3J6oWpmFpf7-bHDu52h4rbq61sTiqvBx78/s1600/3+-+Rub%C3%A9n+Pecorari+3.jpg)
Escribí hace muchos años en el libro “El momento detenido”:
Soy en un hombre y una mujer,
una mujer y un hombre,
para amar.
Ellos encienden mis soles,
descubren mis horizontes,
transforman mis palabras,
palpitan en mi piel
y dejan su presencia en
mis manos.
Yo soy por ellos,
yo soy con ellos
en este breve
tiempo de vivir.
Ilustración
de Mario Fournier para el libro “El momento detenido”.
Hoy confirmo estas
palabras de entonces, porque sé que soy por todos los que me han dado, me han
construido y me han enseñado el inmenso valor del amor. Y no son palabras, son
profundos sentimientos que me conmueven y me justifican en este breve tiempo de
vivir.
Para concluir, una reflexión de la escritora francesa SIMONE DE BEAUVOIR (1908-1986):
“La homosexualidad es tan
limitada como la heterosexualidad: lo ideal sería ser capaz de amar a una mujer
o a un hombre, a cualquier ser humano, sin sentir miedo, inhibición u
obligación.”
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