LAS BREVES PALABRAS - XXV




LA SEGURIDAD


Mis breves palabras de hoy recuerdan que hace unos pocos años, en España, era fundamental estudiar una “carrera segura” que facilitara un puesto de trabajo muy bien remunerado, prestigio social y perfil de ganador, preferentemente con algo de fama, tal vez circunstancial, pero fama al fin.

A causa de ese criterio se acumularon multitudes de arquitectos, ingenieros, economistas y diseñadores variopintos dispuestos a disfrutar de la “seguridad a ultranza”, ignorando que la seguridad en realidad no existe, que es un producto que nos venden los políticos y la televisión, para convencernos de una ilusoria eternidad terrestre, que tampoco existe.

Así, convencidos por la “ideología de la seguridad fácil” que les vendía la manipuladora sociedad consumista del momento, muchos padres aconsejaron o casi impusieron a sus hijos que estudiaran la “carrera adecuada” para triunfar, sin considerar que no existen las carreras adecuadas por decreto. Porque cada uno debe descubrir en qué y cómo desarrollar sus capacidades intelectuales, para hacer del estudio y de la  profesión un disfrute personal en vez de un incómodo esfuerzo para conseguir un futuro imposible de prever.

Sin duda, quien elige la carrera adecuada para sus condiciones logra más objetivos, de manera natural y sin que el desánimo lo acobarde. Porque quiere lo que hace, confía en sí mismo, en su creatividad y eficacia, y no anhela triunfar sino expresar su vocación, palabra muy poco valorada en la actualidad.

Y cuando me refiero a vocaciones quiero decir que quien ama la madera y disfruta en contacto con ella, debe hacer de esa afinidad su profesión, pues de lo contrario sería, por ejemplo, un economista amargado y sin expectativas. Y si tu ideal es alguno de los duros  entrenamientos del circo, o te satisfacen las labores de la tierra y el vínculo con la naturaleza, o deseas tallar esculturas de hielo, o anhelas experimentar las sensaciones de la danza, o tu exhibicionismo natural te conduce a mostrar tu cuerpo desnudo sobre una pasarela, no lo dudes, si ese es tu lugar en el mundo serás feliz. 

Y no te importará que los beneficios económicos sean modestos,  tu disfrute por la actividad que has elegido facilitará tu adaptación ante las circunstancias adversas. Habrás comprendido que en ello reside el verdadero triunfo personal.

La seguridad no existe ni ha existido nunca. Sin duda, la prevención y la buena administración pueden ayudar ante las emergencias, pero esto tampoco garantiza la seguridad pues los factores externos y las situaciones imposibles de prever siempre pueden superar la planificación más rigurosa.

De modo que lo mejor es vivir, hoy, ahora, con plena conciencia de nuestra existencia, valorando lo que tenemos, evitando proyectarnos demasiado en un futuro improbable, tratando de conocernos, de descubrir nuestras cualidades para ocupar del modo más eficaz y placentero nuestro lugar en el mundo.

No es necesario que busques la fama ni el éxito material. Búscate a ti mismo. Si de a ratos te encuentras un poco, si consigues cierta armonía interior que logre armonizar lo racional, lo emocional y lo intuitivo, si tienes la certeza de tu modesta pero personal evolución, no necesitarás fama ni éxito material para que tu vida tenga sentido.




 Vicente Ferrer

El personaje que he elegido para destacar hoy tiene mucha relación con el tema anterior. Se trata de VICENTE FERRER, nacido en Barcelona en 1920 y fallecido en Anantapur, India, en 2009.

Su vocación por ayudar a los demás lo conduce, en su condición de sacerdote misionero de la Compañía de Jesús, a instalarse en una de las regiones más pobres de India para colaborar con la casta de los intocables. Rechazado por los intereses políticos de la zona, pero apoyado por la primer ministra Indira Gandhi y por la multitud de necesitados que reciben su ayuda, en 1969 deja los hábitos, se casa con la inglesa Anne Perry y crea en Anantapur la fundación que lleva su nombre.


 Vicente Ferrer y Anne Perry


Mediante esta fundación apadrina a 150.000 niños, construye 1.700 escuelas y 30.000 viviendas, además de plantar dos millones y medio de árboles, construir 14 clínicas rurales, y gestionar 5 hospitales especializados para niños ciegos, sordos, con Síndrome de Down y todo tipo de discapacidades; también uno dedicado a la atención de enfermos de Sida, beneficiándose de estos proyectos dos millones y medio de personas en más de tres mil pueblos rurales que vivían marginados en la más absoluta miseria.




Una obra social enorme y maravillosa ideada por un hombre con vocación de servicio hacia los demás, que en India es considerado como un dios protector.

Les he hablado de Vicente Ferrer, una persona comprometida con el cambio que todos necesitamos para crear un mundo mejor.






 Irene Sánchez Carrón


Las poesías de hoy son de la poeta española IRENE SÁNCHEZ CARRÓN, nacida en Navaconcejo, Cáceres, en 1967.


AL FINAL

                     
Que pocas cosas duelen. Digamos, por ejemplo,
que se puede no amar de repente y no duele.

Duele el amor si pasa
hirviendo por las venas.
Duele la soledad,
latigazo de hielo.

El desamor no duele. Es visita esperada.
No duele el desencanto. Es tan sólo algo incómodo.

Somos así, mortales
irremediablemente,
sin duda acostumbrados
a que todo termine.



AMANECER


Mientras duermes te miro.

Me recuerdas
el frío de las fuentes en los labios,
el prado debajo de la espalda,
la indescifrable danza de las nubes,
el dulce sabor de diminutos dedos en la masa,
la tierra en las uñas,
los pies mojados en los charcos,
los bolsillos repletos.

Contigo junto a mí
los días recobran la suave textura de la cera
y repiten mil veces el amanecer.

Contigo junto a mí
veo pasar de largo la tristeza.



PARA UN AMANTE INDECISO


No entiendo tus palabras
ni los goces que ofreces
siempre para más tarde,
siempre un poco más lejos,
como una cena fría
tras el castigo impuesto.

Sólo sé dar razón de aquí,
de este momento,
de tus labios frutales
saliendo del invierno,
de mis manos hambrientas
rebuscando en el fuego,
del sabor de tu espalda
cuando empieza el deshielo.

Gocemos todo aquí,
si puede ser ahora,
lo presente y concreto,
lo seguro y lo cierto,
los placeres del alma
con el cuerpo.

No entiendo tu lenguaje
de promesas al viento.

Sólo quiero saber:
¿te quedarás más tiempo?



EL ESCONDITE


Tengo miedo.

Jugábamos al escondite.
Yo me ocultaba
y tú me perseguías.
Pasaron largas horas
y tú no me encontrabas.
Pasó la primavera,
se esfumaron los largos días de verano
y vino el otoño con su crujir de madera seca
y vino el invierno con su dolor de corazón sepultado en la nieve.         
Te espero en mi rincón       
y tengo miedo.
           


GEOGRAFÍA


"Eres libre" -dijiste.
Yo te miré en silencio
con la expresión absurda
de esas viejas muñecas
que se pierden un día
tras haberse arrastrado
por todos los caminos
sin rumbo de la infancia.

"Puedes ir donde quieras"
-dijiste. Y de repente
encogieron los mapas,
no hubo puertas abiertas,
una goma invisible
borró todas las calles
y entonces fue el dolor
un camino sin tierra y sin orillas.



INFANCIA


Calles estrechas,
balón,
cristales rotos,
la rodilla escociendo sobre el suelo,
última fila en clase,
solitarias vocales buscando consonantes,
los números en serie bajo las uñas sucias
y un nombre escrito en todos los cuadernos,
en todas las paredes,
sobre tu propio aliento en el espejo,
tu mano en el alféizar alimenta a los pájaros
mientras repites
que España limita al norte con el mar Cantábrico
y alguien te clava espigas
en el jersey de lana.



LOS OBSTINADOS


Al fondo de rincones escondidos
crecen flores ocultas entre hierba.

Hay raíces clavadas a la piedra
que aguardan impertérritas la lluvia.

Al sur de los veranos agostados
se oye la seca espera de los pozos.

Tanta belleza vive, tanto amor...

Bajo la nieve sueñan los caminos
con los días azules del deshielo.



PERSONAJE A PUNTO DE CRUZAR LA CALLE


Qué nostalgia infinita nos acecha
ahora que las ventanas sólo son
rectángulos vacíos de cristal y madera
contra la densa niebla de la tarde
y el otoño ha llegado
tras esa larga enfermedad que es el verano.
Qué pobre este ahorrar para luego
sin saber para cuándo,
y que las cosas ya no sean,
sólo sirvan,
y que se cierren puertas para siempre,
y marcharme
con lo que quise haber dicho entre los labios
y cruzar la avenida
cuando cambien a verde los semáforos.



RAZONES


Y porque estamos solos empezamos un verso.

Porque sentimos frío acercamos las manos
al calor de unos seres imposibles y bellos
que nos prestan sus ojos para observar el mundo.

Porque tenemos miedo miramos otras muertes
y en nuestra oscuridad encendemos un sol
de mediodía, inmóvil, que no se irá al ocaso.

Huyendo del dolor fatigamos el cuerpo
por calles de ciudades que nunca son la nuestra
de la mano de gentes que habitan en nosotros.

Porque tenemos prisa inventamos finales.
Porque nos falta el tiempo inventamos más tiempo.

Porque somos tan pobres no nos pesa apostar
lo poco que nos queda a este número incierto.

Porque somos humanos miramos a los dioses.
Porque no somos dioses jugamos a crear.



SILUETA DETRÁS DE UNA VENTANA


Que no sepa la rosa que la miras
ni sepa nunca el agua de tu sed.

Que las nubes
no se sientan flotar
en el azul profundo de tus sueños.

Que nunca sepa el mar
que palpita tu ser al ritmo de las olas.

La montaña,
que no te oiga suspirar sobre su pecho.

El bosque,
que ignore que podría extraviarte.

Que no sepa la tierra cómo mirar
sus frutas más sabrosas
y festejen tus ojos su belleza
sin que ella lo sepa.



SIN EDAD


Hoy sueño que caminas a mi lado
y juegan en el suelo nuestras sombras
como gráciles aves sin edad.
Y la sombra sin edad de tu mano
acaricia un lugar en el suelo
donde podría estar mi corazón.
Y la sombra sin sombras de mis labios
busca el lugar exacto
donde dejar los besos, las palabras.

La soledad es sólo
el peso de tu nombre en la memoria.






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