LAS BREVES PALABRAS - IV




MORALES EXCLUYENTES

Mis breves palabras de hoy giran alrededor de un gran poeta y dramaturgo español, FEDERICO GARCÍA LORCA. Nacido en Fuentevaqueros, Granada, en l898, estudia Letras en la Universidad de Granada y música con Manuel de Falla. Considerado uno de los mayores poetas del siglo XX, muere asesinado en Granada en l936, a consecuencia de la Guerra Civil Española.

Todos estos datos son ampliamente conocidos al igual que su obra como poeta y dramaturgo, reconocida y admirada a nivel internacional. Lamentablemente, aún hay quienes lo diferencian y señalan a causa de su identidad o su elección sexual. Tampoco faltan los que se aprovechan de su sexualidad para promover morbo y si es posible un poco de rancio escándalo. Y si bien es válido no compartir sus gustos y costumbres es, por el contrario, inadmisible censurarlo y mucho menos condenarlo. Además, su vida privada nunca debería sobresalir por encima de su obra creativa. Otra cosa, casi lógica, es que su obra esté impregnada de sus emociones y sentimientos que no necesariamente debemos juzgar, pues nos los ofrece transformados para que lo disfrutemos y lo admiremos o no, según sea nuestra valoración de su estilo expresivo.

Siempre pienso con auténtico horror e indignación en lo mucho que han sufrido, ante una sociedad intolerante y represiva, aquellas mujeres que hace menos de cien años reclamaban sus más elementales derechos civiles. Las mismas que eran brutalmente rechazadas por sus familias cuando se transformaban en repudiadas madres solteras. Las que dejaban de ser buenas madres y esposas por trabajar dentro y fuera de su casa. Las que no podían defenderse legalmente de maridos despóticos y maltratadores. Las que al elegir una actividad artística eran consideradas como poco decentes. Las que debían resignarse siempre, porque la injusta sociedad de su época así lo exigía desde su insensibilidad.

Qué decir de aquellos hombres y mujeres que sólo por no sentir como heterosexuales sufrieron todo tipo de rechazos y marginaciones. ¿En nombre de qué moral se puede ser injusto?

Por todo lo dicho y mucho más que podría enumerar, siempre he dudado de las morales excluyentes que no respetan el valor fundamental de ser persona ante todo. Persona ética, agrego, porque sí creo mucho en los valores éticos como dudo de los morales. Y, penosamente, los valores éticos han perdido vigencia en una sociedad que se supone muy libre pero no valora la verdad, el compromiso, la responsabilidad o el respeto básico hacia los demás. Una sociedad que mientras aparenta estar muy comunicada e interconectada nunca estuvo tan alienada, nunca fue tan pasiva e indiferente.

Y no quiero concluir con mis breves palabras sin rebatir algunos tópicos. No creo que ningún homosexual sea más promiscuo que cualquier heterosexual promiscuo, ni que una pareja homosexual sea menos estable que una heterosexual. No creo que todas las parejas homosexuales establezcan forzosos roles pasivos y activos: dos mujeres pueden amarse sin modificar su condición femenina, dos hombres pueden amarse sin modificar su condición masculina. Las etiquetas no sirven, un hombre más femenino o una mujer más masculina no tienen por qué ser homosexuales, del mismo modo que una mujer muy femenina y un hombre muy masculino sí pueden serlo.

Para concluir, todos podemos decidir cómo expresar nuestra sexualidad, todos podemos ser en algún momento de nuestra vida más o menos heterosexuales, más o menos homosexuales o decididamente bisexuales. Y ninguna de estas posibilidades debe significar condena o rechazo para nadie. Lo importante es respetar para ser respetado. Lo fundamental es amar para ser amado. 





Federico García Lorca

Seguidamente las palabras de GARCÍA LORCA en su poesía:



NOCHE DEL AMOR INSOMNE


Noche arriba los dos con luna llena,
yo me puse a llorar y tú reías.
Tu desdén era un dios, las quejas mías
momentos y palomas en cadena.

Noche abajo los dos. Cristal de pena,
llorabas tú por hondas lejanías.
Mi dolor era un grupo de agonías
sobre tu débil corazón de arena.

La aurora nos unió sobre la cama,
las bocas puestas sobre el chorro helado
de una sangre sin fin que se derrama.

Y el sol entró por el balcón cerrado
y el coral de la vida abrió su rama
sobre mi corazón amortajado.
  


EL POETA DICE LA VERDAD

 

Quiero llorar mi pena y te lo digo
para que tú me quieras y me llores
en un anochecer de ruiseñores,
con un puñal, con besos y contigo.

Quiero matar al único testigo
para el asesinato de mis flores
y convertir mi llanto y mis sudores
en eterno montón de duro trigo.

Que no se acabe nunca la madeja
del te quiero me quieres, siempre ardida
con decrépito sol y luna vieja.

Que lo que no me des y no te pida
sea para la muerte, que no deja
ni sombra por la carne estremecida.



EL AMOR DUERME EN EL PECHO DEL POETA


Tú nunca entenderás lo que te quiero
porque duermes en mí y estás dormido.
Yo te oculto llorando, perseguido
por una voz de penetrante acero.

Norma que agita igual carne y lucero
traspasa ya mi pecho dolorido
y las turbias palabras han mordido
las alas de tu espíritu severo.

Grupo de gente salta en los jardines
esperando tu cuerpo y mi agonía
en caballos de luz y verdes crines.

Pero sigue durmiendo, vida mía.
¡Oye mi sangre rota en los violines!
¡Mira que nos acechan todavía!



EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA


Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.
El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.
Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.
Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.



GACELA DEL AMOR IMPREVISTO


Nadie comprendía el perfume
de la oscura magnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.
Mil caballitos persas se dormían
en la plaza con luna de tu frente,
mientras que yo enlazaba cuatro noches
tu cintura, enemiga de la nieve.
Entre yeso y jazmines, tu mirada
era un pálido ramo de simientes.
Yo busqué, para darte, por mi pecho
las letras de marfil que dicen siempre.
Siempre, siempre: jardín de mi agonía,
tu cuerpo fugitivo para siempre,
la sangre de tus venas en mi boca,
tu boca ya sin luz para mi muerte.



Mayte Martín canta "Gacela del amor imprevisto", con letra de Federico García Lorca y música de Mayte Martín y Joan Albert Amargós.




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