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LAS BREVES PALABRAS I




EL FINAL DE UNA ÉPOCA


“En la vida de hoy, el mundo sólo pertenece a los estúpidos, a los insensibles y a los agitados. El derecho a vivir y a triunfar se conquista hoy casi por los mismos caminos por los que se conquista el internamiento en un manicomio: la incapacidad de pensar, la amoralidad y la hiperexcitación”.
FERNANDO PESSOA  (Portugal, 1888-1935)



Aquí estoy, nuevamente, dispuesto a continuar transmitiendo palabras, pensamientos y reflexiones propias, acompañadas de poesías y textos de diversos autores, y de mis músicas preferidas de todos los tiempos, estilos y orígenes.
Es que mi natural tendencia a transmitir, a comunicar, encuentra en la radio un medio ideal que al fin produce adicción y, como toda adicción, una dependencia que obliga a reincidir una y otra vez. De modo que he vuelto para superar el “mono” existencial que produce la radio.
He decidido titular este espacio “Las breves palabras”, y voy a iniciarlo ratificando un comentario que hice en otro programa de junio de 2011.

Decía por entonces:
Estamos en el final de una época, consecuencia directa de los siglos XIX y XX, en la que evolucionaron enormemente la técnica y la ciencia pero muy poco el ser humano.
Reflexionar es obligatorio y urgente, ser indiferente una demostración de egoísmo e irresponsabilidad. Necesitamos cambios profundos que nos dignifiquen como personas, como sociedades, como culturas.
Ya no podemos repetir conceptos, ni comportamientos agotados. Sólo vendrán nuevos tiempos si los construimos entre todos, decididos a la paz y dispuestos a transformarnos y transformarlo todo uniendo sentimientos e inteligencia, libertad y respeto, compromiso y responsabilidad.



Complementando las palabras anteriores, la poesía de MARIO BENEDETTI (Uruguay 1920-2009) “No te salves”.



NO TE SALVES


No te quedes inmóvil
 
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.




  “No te salves” – María Rosa del Casar Díaz – tinta y lápiz de color sobre papel.
 


 

Adriana Varela canta “No te salves” con letra de Mario Benedetti y música de Alberto Favero.






Para completar el programa, un relato breve del que soy autor:


PANTALLAS

Solía mirarlos, observarlos por las mañanas, muy temprano. Allí estaban, inmóviles. Permanecían frente a las pantallas matando marcianos. Y el amanecer se  entusiasmaba con nuevos resplandores  y bullicio de pájaros.  Las olas de cualquier mar se deslizaban lustrosas para que las gaviotas picotearan las orillas. Los perros recuperaban sus espacios de sol. Alguien disfrutaba en medio de un jardín que había construido con sus manos. Detrás del horizonte resonaban eternas guerras lejanas, que eran de otros, y se mezclaban con las pequeñas guerras cotidianas de las ciudades. Las palabras también podían ser motivo de conflicto, mientras un niño se empeñaba en dibujar la letra e y una golondrina emprendía su retorno con obediencia.
Solía mirarlos, observarlos por las tardes, antes del ocaso. Allí continuaban inmóviles, frente a las pantallas, matando vampiros. El aire se perfumaba y se percibía a las ánimas en su eternidad. Los trenes abandonaban las ciudades con urgencia. Los planetas titilaban. Tres mil árboles ardían en medio de una selva herida, que sólo sabía defenderse renaciendo. El niño de la e ya  festejaba los trazos vacilantes de la i y avanzaba hacia la o. Las pieles de los amantes se estremecían de imaginación. Las cocinas recién iluminadas olían a sabores. Alguien planificaba la violencia. La noche acercaba las distancias sombra a sombra y en las pantallas inmóviles morían monstruos mitológicos.
Hace bastante tiempo que no los observo, pero no puedo evitar verlos instalados como siempre frente a las pantallas ahora vacías. Han abatido a todos los marcianos y  vampiros y nadie recuerda la existencia de monstruos mitológicos. El vacío también se ha ido adueñando de playas, perros, trenes, amaneceres, cocinas y jardines. Los amantes  han huido.

MARIO FOURNIER 




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