LAS BREVES PALABRAS - XII




Quiero iniciar el programa de hoy dedicándoselo a RUBÉN PECORARI, mi compañero en la dirección de la Escuela Municipal de Arte de Fuensalida, amigo excepcional, artista de gran sensibilidad, colaborador fundamental. Es una suerte para mí poder disfrutar de su delicadeza y su generosidad.


 Rubén Pecorari
dibujo de Mario Fournier – tinta y lápiz de color sobre papel.




LA RADIO


Aires decididamente infernales invaden las tierras castellanas, evidente señal de que ha llegado el verano de todos los años que por el momento, pero sin garantías futuras, mantiene su ritmo cíclico y que, probablemente, dentro de tres meses será reemplazado por la prudente luz del otoño.

Y quien les habla, Mario Fournier, huye como todos los años en busca de sombras benévolas y brisas refrescantes. De modo que este espacio de opinión, música y poesía,  titulado “Las breves palabras”, que inicié el 17 de enero de 2012, se toma vacaciones. Aunque, en realidad, mi participación en Fuensalida Radio, junto a Nuria Rubio, comenzó el 11 de febrero de 2009. Por entonces, el tema era la historia del arte. Y desde entonces hasta aquí hemos compartido, Nuria, yo y quienes nos escuchan, 96 programas.



 
 Nuria Rubio y Mario Fournier en Fuensalida Radio


Sin duda la radio es un vicio que, por supuesto, crea adicción y conserva una dosis de magia y misterio ausente en otros medios de comunicación como, por ejemplo, la televisión. Aquí somos voces sin rostros y entonces las palabras y los sonidos son los protagonistas. Así, quienes nos escuchan nos suponen igual que nosotros a ellos. Porque ¿cómo estamos vestidos?, ¿qué expresan nuestros rostros y qué humores disimulamos detrás del esmerado tono de nuestras voces?

Y ¿qué sucede  cuando la música nos reemplaza por un rato?: ¿hablamos entre nosotros atropelladamente y a los gritos?, ¿masticamos “chuches” o bebemos cervezas y comemos pizza con urgente ansiedad?, ¿o salimos atropelladamente del estudio para hacer una compra de último momento o pagar una factura a punto de vencer?

Misterioso misterio que ustedes nunca podrán descubrir, del mismo modo que nosotros no podremos saber desde dónde, con qué humores, en medio de qué situaciones y con qué pintas nos están escuchando. 

En conclusión, que quienes hablamos y quienes escuchan somos mutuamente enigmáticos, y este hecho exalta inevitablemente nuestras imaginaciones. Porque la radio es así y punto final.


INTOLERANCIA

Mis breves palabras de hoy son continuación de las del programa anterior, cuando me preguntaba ¿qué es vivir?

Decía entonces que vivir es difícil, muy difícil, pues nos dan una vida que no decidimos ni elegimos y no nos enseñan el complejo arte de vivir, decidir y elegir. Por el contrario, nos imponen qué debemos o no debemos pensar, decir y hacer. Esto nos obliga a aprender a fuerza de constantes tropiezos y golpes que dejan huellas, a veces, traumáticas. Para colmo, las morales y los usos y costumbres se modifican según la época, el lugar y los poderes e intereses vigentes. 

De manera que los mismos hombres que se maquillaban con naturalidad y usaban coloridas pelucas  en el antiguo Egipto, pasarían a ser afeminados en la Edad Media, y nuevamente muy hombres al volver el maquillaje y las pelucas en el siglo XVIII, y otras vez afeminados en los años 40 y 50 del siglo XX, para recuperar el derecho a adornarse sin temores a partir de los últimos años 60. Mientras tanto, la sociedad ortodoxa y dueña absoluta de la única verdad moral de cada época dando palos y palos sin contemplaciones.

En la misma línea, y durante siglos, las mujeres no podían tener actividades artísticas (ni siquiera cantar en los coros de las iglesias) bajo pena de ser consideradas inmorales, además de negárseles estudios y cualquier tipo de independencia dentro y fuera del ámbito familiar. Y la sociedad dueña absoluta de la única verdad moral de cada época dando palos y palos sin contemplaciones.

Dos culturas fundamentales, la griega y la romana, aceptaron durante siglos la homosexualidad y la bisexualidad como opciones normales, para que después, también durante siglos y hasta hace muy poco tiempo fueran consideradas opciones degeneradas e inmorales. Y los de la única verdad moral dando palos y palos.

La cultura y el conocimiento, como fuentes de superación personal y evolución social y espiritual han sido desplazados por el poder material que se debe ostentar con soberbia; los valores y comportamientos básicos que posibilitan el respeto mutuo y la convivencia son juzgados con desdén; la coherencia personal con respecto a ideas y sentimientos no tiene vigencia ni cotiza en bolsa; la amistad se está vaciando de contenido y no quiere saber nada con el compromiso; la verdad y la solidaridad son sólo palabras; la mentira y la indiferencia son los valores en alza de mayor rentabilidad.
Y los de la única verdad absoluta, los intolerantes de cada época, de cada lugar, dando palos y palos, y más palos.





Las poesías de hoy continúan siendo de mi autoría y, como ya he dicho, reflejan mi manera de sentir y observar, mis muchas dudas y pocas certezas, mi constante deseo de comunicar y transmitir.


TU MANO

Si se derrumba toda mi esperanza
y me invaden profundas desazones,
tu mano me acaricia lenta, lenta,
y desde mi nuca crece la calma.

Si se van apagando los reflejos
de las luces que mi alma necesita,
tu mano contiene exactamente
la dosis de ternura que me alivia.

Y sé que cuando quedo casi absorto,
casi paralizado, en un abismo,
tu mano puede tocar el aire tenso
y por el aire retornarme vida.

Y tu mano me acaricia lentamente,
y desde tu mano crece mi calma.


MURMURACIONES

Dejemos que murmuren
si nos tomamos del hombro o de la mano,
si discutimos, reímos o callamos.
Murmurarán de todos modos
calculando los pasos a deshora
y las siluetas que ven tras las ventanas.
Ellos nunca estarán en nuestro mundo,
apenas se asomarán con atropello
ansiosos por comprobar lo que suponen.
Continuarán murmurando a nuestro paso,
detrás de las sonrisas y el saludo.
Indagarán de dónde hemos venido,
a dónde vamos, por qué somos “distintos”,
qué exóticos afanes nos desvelan,
quién duerme en nuestras camas,
qué motivo nos une.
A todos les resulta incomprensible
saber que a pesar de ellos existimos,
y esperarán confirmar tanto rumores
tejidos de mentira en mentira, tarde a tarde.

Dejemos que murmuren,
es tan sencillo lo que compartimos,
que es muy difícil tratar de imaginarlo.


PAISAJE EN CALMA

Es un paisaje azul o tal vez blanco,
palpitando en sutiles vibraciones
bajo un constante cielo atardecido.

Es en ese paisaje todo esencia,
pleno de luz que no produce sombras,
donde a veces me sueño o me imagino
tratando de escapar del desconcierto.
En él viven mis horas más intensas,
es en él donde siempre las reencuentro.
Y aunque allí no se repiten los segundos
ni el tiempo deja huella en la memoria,
yo sé que he estado antes
y sé que volveré a fundirme con el aire.

Sólo un paisaje azul o tal vez blanco,
sin importarme ser, sintiéndome
una continuación en el espacio.


 “Paisaje en calma” – María del Mar García-Largo – acrílico sobre lienzo.



AMIGO MÍO

Es bueno recordar que hace once años,
en la laguna más bella del planeta,
nos citó el destino, nuevamente,
para empezar otro futuro incierto.
Y seguimos andando, reviviendo en el tiempo.
No importa qué nos une ni de dónde venimos,
un trecho del camino nos aguarda.
En esta nueva historia alcanzaremos
la montaña que asoma desafiante,
o giraremos en círculos concéntricos
retornando los pasos sin urgencia.
O borraremos cualquier señal del tiempo
para esperar insólitos mensajes
que surjan del silencio.
Aunque tampoco importa lo que hagamos.
Somos aquí o allá, sentimos compartiendo,
estamos desde siempre y hasta siempre.
Lo demás es anécdota, memoria de sabernos.


VOLVER A CASA

Volver a las rutinas cotidianas.
Volver al reencuentro de los pasos
que saben de renuncias y esperanzas,
y convivir otra vez con las palabras,
los sonidos y todos los silencios
que se quedaron esperándonos
aferrados a las paredes solitarias.

Volver a las puertas desoladas
que reclaman al menos una mano,
y a las ociosas y frías cacerolas
que anhelan el bullir de los olores.
Volver a repetir simples rituales
y a percibir perfumes que evocamos,
y un botón sin ojal que lo cobije
yaciendo en el rincón más ignorado.

Volver al hogar que nos protege
de los tumultos y las inútiles urgencias.
Volver al interior que construimos
con la fe de abrir los ojos cada día,
abrazados a esa almohada cómplice
que tanto sabe y calla de nosotros.
Volver donde quedamos detenidos
a la hora justa de un tiempo inexistente.

Volver a la dosis necesaria
de la seguridad de los espejos,
de los objetos que nos reconocen:
el rojo de una taza imprescindible
puede reconfortarnos la mañana.


PALABRAS

Quién sabe lo que dicen las palabras
cuando callan, cuando mienten.
Quién sabe lo que anuncian, lo que esperan,
lo que buscan las palabras.
Quién conoce el sentido final de las palabras
cuando sugieren, imponen o amenazan.
Quién puede expresar el tono exacto,
el matiz más sutil, el rotundo reclamo,
sin palabras.
¿Dónde comienzan y dónde mueren las palabras?

Siempre palabras,
precediendo a los miedos y al asombro,
descubriendo los ritos cotidianos,
exigiendo deberes y derechos,
intentando el amor,
precipitándose, analizando, confundiendo,
hurgando en soledad.
Palabras que revelan lo escondido.
Palabras que lastiman lo que tocan.
Palabras que construyen la esperanza.
Siempre palabras,
presentes en los días y en las noches,
en los sueños y en todos los desvelos.
Más allá del aparente silencio de la muerte,
¿quién sabe lo que dicen las palabras?


“Palabras” – Pilar Rodríguez Fernández – tinta y óleo sobre lienzo. 



VIENTO

Ese viento suena
como si supiera.
Y cruza la noche,
y cruza la casa,
y me cruza entero.

Hay vientos de fuego,
de alivio o de espanto;
ese viento, en cambio,
sólo es un sonido
que cruza y me cruza.

No quiero escucharlo,
y él muy bien lo sabe
porque se empecina
y sigue sonando.
Y me cruza entero.


INCERTIDUMBRE

¿Sobrevivirán
los que aún admiran
el germinar de una semilla,
los que aún observan el cielo
y se detienen sin prisas
para ver cómo crecen las tormentas?

¿Sobrevivirán
los que necesitan el tacto de la tierra
y el olor de la hierba y la madera,
los que se inclinan curiosos
sobre el silencio de una piedra,
o se estremecen bajo el rayo
que se quiebra en largos ecos?

¿Sobrevivirán
los que no esperan recompensas
cuando crean, cuando dan, cuando aman?
¿Sobrevivirán
los amigos generosos,
los que saben estar siempre,
alertas en la ausencia?

¿Sobrevivirán
los que aún hilan poesías?
¿Y las músicas, y el color y las palabras?
¿Y las olas y el fluir de los ríos y los días?
¿Y las cordilleras inmutables
que guardan la memoria del planeta?

¿Sobrevivirá la memoria del planeta?


LA VIDA

La vida
transcurre indiferente
y fluye y se aleja
y vuelve a circundarnos
y a transcurrir,
siempre indiferente,
ajena al tiempo
y a las ambiciones,
a los fracasos
y a cualquier proyecto,
a los azares y al destino,
a la angustia y la duda,
a convenciones, límites
y miedos
que todo lo detienen.
La vida no ofrece ni reclama,
sólo existe, discurre
en su ritmo incontenible.
Sólo nos deja huellas,
estremecimientos y memoria:
de bocas que besamos
y nos besan,
de manos que nos recorren
o nos rozan,
de cuerpos cercanos
que entregan su calor
y nos reciben,
de abrazos que nos unen,
que nos contienen, nos retienen,
nos iluminan
y nos libran de todo mal.

Mientras tanto,
la vida que transcurre
y nada más.


“La vida” – María del Mar García-Largo – acrílico sobre lienzo.




Grabación del programa “Las breves palabras - XII”, emitido por Fuensalida Radio el 26 de junio de 2012.





 
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