LA MENTIRA
¿Cómo
se inicia una mentira?: negando una evidente y constatable verdad que no es
capaz de admitirse. ¿Por qué?: generalmente por miedo, por cobardía para
enfrentar la realidad y sin argumentos para defenderse convincentemente.
Pero
la mentira es una trampa a largo o a corto plazo. Un vano esfuerzo de
ocultamiento condenado al fracaso. Además, la mentira suele depender de otras
mentiras para sostenerse sin contradicciones y no generar dudas.
Así,
con frecuencia, se construyen marañas de ficciones, algunas minuciosamente elaboradas
y otras torpemente improvisadas, para salir al paso de situaciones inesperadas
que podrían desestabilizar las tramas de las mentiras. Cualquier fallo en la
estructura de la gran mentira que se va creando puede ser fatal. Y el mayor
riesgo, el principal peligro para la mentira es la verdad.
"La mentira I" - Rubén Pecorari
Lógicamente,
en una sociedad, en una cultura hecha en base a la mentira la verdad debe ser
disimulada, maquillada, ocultada, desvalorizada como un comportamiento ingenuo
y anacrónico.
Si
casi todo se asienta en la mentira, y los discursos y comportamientos éticos y
políticos son una mentira que casi nadie rechaza por conveniencia, por miedo o
en el peor de los casos por indiferencia: ¿cuál es el sentido de la verdad, para
qué sirve si la mayoría desconoce su valor y no la necesita ni la practica?
Desde
un silencio cómplice se acepta la mentira con naturalidad y ya no se sabe qué
es la verdad, ni cuáles son los límites entre ficción y realidad.
Tal
vez aún quede un último recurso para rescatar la verdad. Para resucitarla con
coraje, para reconstruirla con valentía.
"La mentira II" - Rubén Pecorari
Sin
duda, la verdad no es única, definitiva e irrevocable. Está supeditada a percepciones
y muchas circunstancias que matizan su significado. Se modifica en el tiempo a
causa de usos, costumbres, intereses, modas, criterios religiosos o morales.
Incluso la sinceridad, que debería ser el medio idóneo para expresar la verdad,
a veces puede considerarse un recurso no apropiado y poco sutil para transmitir
conceptos o realidades de difícil digestión que, según algunos, merecen darse a
conocer en moderadas dosis para evitar reacciones no deseadas.
Está
claro que los ocultamientos responden a la cobardía, y que no todas las
personas pueden ser valientes a ultranza, cuando este comportamiento no se
estimula ni se enseña como valor importante dentro de la familia o de la escuela.
Pero
ninguna mentira es tan perjudicial como la política, que busca obtener poder a
costa de cualquier recurso y sin el menor escrúpulo, creando expectativas
falsas, engañando y perjudicando a vastos sectores de una ciudadanía
preferentemente poco crítica, manipulada, estafada y, por consiguiente,
despreciada una y otra vez.
"La mentira III" - Rubén Pecorari
La
verdad debería ser siempre lo preferible, lo más honesto y a la larga lo más
liberador para todos. No hay sensación más plena que la de vivir sinceramente,
sin engañar ni engañarse, siendo responsable y coherente. Siendo capaz de
defender con franqueza la opción de vida elegida, a pesar de la incomprensión y
las inevitables críticas de los demás.
Sin
embargo, la verdad se vuelve conflictiva en una sociedad que no la valora, aunque
la exige hipócritamente. Incluso, la verdad y la sinceridad pueden ser
consideradas como procedimientos no siempre de buen gusto, poco elegantes. Hay
un espacio de tolerancia muy amplio frente a la mentira y mucho miedo frente a
la verdad, que suele parecer demasiado cruda al remover conciencias y exigir
posiciones que muchos rechazan.
La
mentira ha logrado así ser siempre más poderosa y ha sabido y sabe reinar sobre
la verdad. Animémonos a derrotarla. Será una tarea ardua, de muy difícil
resolución pero merecedora de todos nuestros esfuerzos.
JUNIO
La
historia que voy a narrarles no es ficticia, ha sucedido realmente.
Fue
un encuentro totalmente inesperado. En realidad, ni siquiera fue un encuentro
puesto que nadie esperaba ni deseaba encontrarse con nadie. Pero se produjo en
el lugar más desangelado que se pueda imaginar, el día menos propicio para
iniciar un diálogo más o menos atractivo. Y el diálogo no se produjo.
Él
insinuó una sonrisa para pronunciar una frase desconcertante, de sonidos
ampulosos e imposible traducción. Ella se quedó expectante. Él repitió la frase
con más soltura primero, como deletreándola después. Imposible descifrar la
rotundidad de los sonidos. Hubo otros intentos, tratando de balbucear idiomas
de alfabetos más convencionales. Pero todo esfuerzo fue inútil.
Los
sonidos de él eran definitivamente incomprensibles para ella que, sin embargo,
presintió que deseaba continuar escuchando ese dialecto, o lo que fuese, que
iba conquistando sus sentidos poco a poco. La combinación de consonantes que en
un principio le había parecido bruscamente desconcertante, ahora iba produciendo
una especie de música misteriosa e inquietante. ¿Qué le estarían contando o
explicando las palabras de aquel hombre inesperado?
Fuese
lo que fuese sonaba atractivo y así se sucedieron los encuentros, se profundizó
la intimidad y el extraño idioma la condujo a un territorio de ensoñaciones
poéticas y eróticas difíciles de explicar racionalmente, pero intuitivamente
apasionantes.
"Junio" - Rubén Pecorari
¿De
dónde provendría ese hombre? ¿De qué remota región? ¿Tal vez de un reino
exótico con costumbres milenarias y rituales esotéricos? ¿Pertenecería a una
familia de noble cultura? ¿Tendría muchas esposas y varias docenas de niños? ¿O
sería un príncipe en busca de una esposa adecuada a sus blasones?
Durante
un cierto tiempo ella se empeñó en indagar, comparar e investigar otros idiomas,
pero ninguno le facilitó las claves para dialogar con el enigmático extranjero.
Aunque, en realidad, pronto aceptó que lo realmente importante no era ignorar
el significado de sus palabras e incluso desconocer hasta su nombre real (ella
lo llamaba Junio, porque fue el mes en que se encontraron). Lo importante era
el tacto de las manos de él que reconocían con habilidad cada rincón de su piel,
el húmedo silencio de su lengua siempre dispuesta al placer, la arrebatada tensión
de su vientre ávido de cercanía.
Pero
la felicidad suele ser precaria o al menos con desniveles. Nuestra protagonista,
con mucho esfuerzo y empecinada dedicación, aunque temiendo lo peor, logró traducir
la lengua de su amado. Y lo peor se produjo.
Los
pensamientos de Junio ya no tenían misterio, magia ni supuesta sensualidad. De su boca
brotaban todo tipo de lugares comunes, mediocridades, convenciones, tópicos y
vulgaridades. Ni exótico, ni rey, ni esotérico, ni noble. Junio era un tipo del
montón, que hablaba un idioma desconocido sí, pero primitivo, estrafalario y
nada elegante, que posiblemente ni siquiera dominaba con propiedad.
La
conmoción que produjo la cruda realidad, desencadenó una crisis inevitable en ella,
que Junio no llegó a comprender. Pero quedaban las manos, el vientre ávido y la
húmeda lengua.
Desde
entonces y para siempre Junio debería permanecer en el más rotundo silencio para
preservar la nobleza y continuar la magia de aquel amor inesperado.
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