LAS BREVES PALABRAS - XLVIII



 

LA NUEVA FELICIDAD

 

Hace tiempo que venía anunciándose, y ahora ¡al fin! ya está aquí, y ha llegado para quedarse: La Nueva Felicidad Tecnológica del Siglo XXI, que cambiará radicalmente nuestras vidas.

Parece que muchos estaban esperándola, porque leí en diversos lugares públicos proclamas espontáneas tan originales e inspiradas como: “¡Hay que poner de moda la felicidad!” o “La felicidad será el futuro, seamos todos felices”. Los expertos explican que la felicidad es positivamente contagiosa; que nutre la piel y elimina tanto los puntos negros, como las huellas gestuales propias de la aflicción que envejecen el rostro; que facilita la asimilación de las vitaminas de los alimentos sin producir sobrepeso; que estimula la sana actividad sexual, además de aumentar considerablemente la esperanza de vida.

Hay un silencio colmado

de incomprensibles murmullos,

de frases entrecortadas,

que en realidad son las voces

de millares de muertos que nadie quiere escuchar.

Porque los muertos hace mucho que no existen,

que no dejan huellas, ni duelos, ni memoria.

Y sobre todo que no aparecen en televisión.

Los expertos aconsejan lo que es imprescindible evitar, para que tu felicidad no se dañe por motivos externos. Ante todo, no te relaciones con gente que no haya adoptado con total convicción y entusiasmo la Nueva Felicidad, pues podrían debilitar tu fe y afectar tu ánimo. De modo que debes negarte rotundamente a analizar los principios de la Nueva Felicidad, en la que tú debes creer a ciegas y con la que debes identificarte. Ten en cuenta que esa gente sólo conseguirá incomodar tu bienestar y tus preciadas convicciones. Al fin, tu felicidad se irá entristeciendo y no debes permitirlo.

Sin embargo, la muerte asoma por todas partes,

espera en cada recodo pletórica

de actividad y entusiasmo.

Pero no existe porque la memoria

debe ser optimista, siempre dispuesta

a devorar lo incómodo, imperturbable.

Tú no eres insensible a la injusticia social ni a las guerras ni al deterioro del planeta, pero consideras que puedes aportar muy poco de manera directa en contra de estos males. Por este motivo has elegido formar parte de la Nueva Felicidad desde donde, seguramente, podrás contagiar tus ideales a otros, creando así una cadena de seres felices en constante crecimiento evolutivo.

Todo había sido muy bien planificado,

y los muertos transformados en números

pierden su identidad y su historia, no emocionan,

son nada que se desintegra velozmente.

Era casi natural que los ancianos fueran los primeros.

Aportaban poco a la sociedad

y no tenían afán por renovarse.

Después, les tocó a los enfermos crónicos

y por fin la selección se volvió indiscriminada,

pues lo esencial era una premeditada

cantidad de ciudadanos sin importar la tipología.

Se supone que los sentimientos de muchos familiares

quedaron afectados pero, como ya lo he reiterado,

a ellos tampoco los registró ninguna pantalla.

Todos se preparaban para celebrar las Grandes Fiestas

y era cuestión de bebida, luces, comida, ruido, bebida,

diversión, comida, bebida, ruido, comida.

Esto sí registrado en múltiples pantallas desbordadas

de tradicionales emociones.

Para proteger la Nueva Felicidad, no es conveniente que escuches demasiado a las personas que hablan de enfermedades, de conflictos interiores, sentimientos, incertidumbres o dudas, pues no te beneficiarán. Sobre todo las dudas pueden ser gravemente nocivas para disfrutar de la Nueva Felicidad. Tampoco te convienen las personas melancólicas ni las nostálgicas ni las demasiado pobres. Y mucho menos las analíticas y las reflexivas. Aunque a medida que la Nueva Felicidad se generalice, todas la clases de individuos que te he nombrado terminarán por desaparecer, por extinguirse, como debe ser normal en una sociedad evolutiva, reemplazados por la Nueva Felicidad asociada a la alegría, a lo divertido, al optimismo, a la música ligera y estimulante, al bullicio, a lo festivo, a no amargarse la vida pensando más que lo imprescindible.

Por entonces, lógicamente, nadie leerá, ni verá obras de teatro o películas que no tengan otro propósito que el de divertir y entretener.

Qué mundo tan bonito, fresco y juvenil, colmado de sonrisas de la mañana a la noche, en que ciclones, inundaciones, incendios forestales, potentes virus, renovadas armas de destrucción masiva, terremotos, invasiones, inculturas, corrupciones, perversiones y todo tipo de miserias y calamidades públicas y privadas apenas trascenderán gracias a la Nueva Felicidad Tecnológica del Siglo XXI, que todo lo suaviza y lo compensa.

Para conseguir este propósito no faltarán constantes novedades (obviamente de carácter tecnológico) que te facilitarán la programación de tus tareas domésticas y laborales liberándote de tomar decisiones personales, organizar actividades, en fin, elegir con quién, cuándo, cómo, dónde, por qué o para qué…

Por supuesto, no todos podrán disfrutar de los mismos beneficios, pero esto ha sido siempre así, desde hace milenios, desde que existe el ser humano. Aunque a partir de la Nueva Felicidad se notará la diferencia, incluso hasta para los diferentes, quienes seguramente tendrán más facilidades para vivir sus vidas, creer en sus antiguas ideas y reunirse para disfrutar de sus costumbres sin ser molestados. Siempre que ellos te respeten del mismo modo y asuman el lugar que les corresponde por pensar de manera diferente a las mayorías.

Hasta que alguien volvió a recordar

la presencia de los muertos.

Los murmullos que no cesaban en el fondo del silencio

que nadie quería escuchar.

Y entonces surgió el miedo que echó a rodar

con muy malas intenciones.

La Nueva Felicidad lo transformará casi todo. ¡Qué digo casi! ¡La Nueva Felicidad será el cambio fundamental que todos nosotros necesitamos para transformar el mundo, para crear un nuevo futuro! Un futuro estable que responda a un orden moral indiscutible: el de la Nueva Felicidad Tecnológica del Siglo XXI.

 

Mi abuelo solía contarme con bastante frecuencia esta historia que aseguraba que había sucedido muchos años atrás y que, además, ya su abuelo se la había relatado.

 

Y entonces, surgía el miedo que echaba a rodar…

 

Mario Fournier

 

 


 

.

1 comentario:

  1. Fantástico, Mario. Como siempre. Relato atroz de lo que somos como sociedad...

    ResponderEliminar